LOS DIECISÉIS OBAS
De IFA Wiki
Apataki de ÒSÁ MÉJÌ
Historia:
Ofuu fuu Lere Oodo giri, odule alara isa omo ojibolo. 0wole saka saka, Owole soko soko.
El omnipresente vagabundo, el viento, que hace lo que le place y siente lo que hace, era el sobrenombre de Osameji.
El fue al palacio de Álara, un Oba muy poderoso que tenía fama de destruir a capricho a los Awos más hábiles. Le contó a Alara que la muerte había completado los preparativos para enterrar a alguien en su casa y que ese destino le estaba reservado a él, Alara, porque los ancianos de la noche lo habían juzgado y condenado a muerte y nada lo salvaría excepto un sacrificio con un chivo, una gallina, un conejo y tallo de una mata de plátano. Alara Isa se negó a tomar en serio al joven Awo. Viendo que su consejo era ignorado, Osameji abandonó el palacio. También fue a ver al Ajero, al Olowo de Owo, al Illa de Orangun, al Owa Obokun de Ijesa, al Ewi de Ado, al Oba Ado Ajuwaleke y al resto de los dieciséis Obas del mundo conocido en ese entonces. Uno tras otro lo ignoraron. Ellos no sabían mucho acerca de los hechiceros y su influencia sobre el mundo por lo que ignoraban qué credibilidad o peso conceder al consejo de Osameji. Este consideró que estaba bajo obligación divina de alertar a los Obas de su muerte inminente y que había cumplido con su deber. Entonces regresó a casa. A su llegada, él también fue a ver a sus Awoses para adivinación y estos le dijeron que la muerte estaba igualmente tras su rastro y que los ancianos de la noche habían preparado una tumba en su casa. A él también se le dijo que hiciera sacrificio con un chivo, una gallina, un conejo y tallo de una mata de plátano preparado como ataúd. Rápidamente hizo el sacrificio.
Un mes más tarde fue anunciada la súbita muerte del Alara Isa y uno tras otro los restantes dieciséis Obas a quienes él había prevenido se unieron a sus antepasados. Cuando los agentes de la noche que estaban aniquilando a los Obas llegaron a la casa de Osameji, vieron que éste había construido fortificaciones a su alrededor y lo dejaron ileso. Ellos disfrutaron del banquete que Osameji les había preparado mediante el sacrificio que realizara y ya habían preparado una sepultura en su casa, enterraron en ésta el cráneo del chivo y el ataúd de tallo de plátano y abandonaron su casa. Osameji vivió hasta una edad avanzada.